Cada vez más inversores individuales buscan dar sentido a sus ahorros realizando inversiones ecológicas. Sin embargo, ante la opacidad de las distintas soluciones de inversión tradicionales, resulta difícil encontrar productos financieros que combinen rentabilidad y respeto por el medio ambiente. Afortunadamente, entre los bonos verdes y los ETF verdes, ¡cada vez se desarrollan más soluciones para adaptarse a estos nuevos requisitos!
¿Qué es una inversión ecológica?
Antes de exponerte las diferentes posibilidades que tienes a tu disposición para realizar una inversión ecológica, es importante acordar una definición para evitar confusiones. De hecho, el lavado verde ambiental es en parte consecuencia de la naturaleza proteica de la inversión ecológica y de la confusión que reina en torno a esta noción. ¿Invertir en una petrolera que planta árboles es una inversión ecológica? Algunos dicen que si…
De acuerdo, una inversión ecológica es una inversión destinada a promover la transición energética, preservar el medio ambiente y la biodiversidad y/o combatir el calentamiento global.
Definición de inversión ecológica
Una inversión ecológica se refiere a cualquier inversión financiera destinada a apoyar proyectos o empresas que contribuyan activamente a la protección del medio ambiente, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y la promoción de la biodiversidad . Esto incluye energía renovable, gestión sostenible de los recursos naturales y tecnologías limpias. El objetivo principal es promover la transición ecológica generando al mismo tiempo un retorno financiero .
¿Qué actividades entran en la categoría de inversiones verdes?
Las inversiones verdes cubren una amplia gama de actividades y sectores. Entre los principales podemos citar:
- Energía renovable: Invertir en empresas o proyectos que desarrollen fuentes de energía limpias como la solar, eólica, hidráulica y geotérmica.
- Eficiencia energética: Apoyar proyectos destinados a mejorar la eficiencia energética de los edificios, el transporte y las infraestructuras industriales. En otras palabras, una empresa que emite gases de efecto invernadero, pero que busca movilizar capital para emprender su transformación ecológica, entra en la categoría de inversiones ecológicas.
- Gestión de residuos y reciclaje: Iniciativas del Fondo centradas en la reducción de residuos, el reciclaje y la valorización de materias primas.
- Preservación de la biodiversidad: Invertir en proyectos de reforestación, protección de hábitats naturales y conservación de especies amenazadas. Así, las empresas de impacto que llevan a cabo un proyecto de preservación de la biodiversidad también entran en la categoría de inversiones ecológicas.
- Agricultura sostenible: apoyo a prácticas agrícolas respetuosas con el medio ambiente, como la agricultura orgánica y la agrosilvicultura.
- Tecnologías limpias: Invertir en el desarrollo e implementación de tecnologías que reduzcan el impacto ambiental, como vehículos eléctricos y sistemas de almacenamiento de energía.
La dimensión social del proyecto financiado también puede tenerse en cuenta, pero seguirá siendo secundaria en el contexto de una inversión ecológica, aunque las dos suelen ser inseparables. Por lo tanto, en nuestra opinión, financiar una empresa que utiliza trabajadores discapacitados para extraer carbón no entra en la categoría de inversiones ecológicas. Además, es a menudo esta confusión entre el aspecto social/de gobernanza y el aspecto ecológico de la empresa lo que puede confundir la vigilancia de los inversores individuales. Algunas etiquetas contribuyen en gran medida a esta confusión, en particular la etiqueta ISR (inversión socialmente responsable).
El objetivo de rentabilidad de la inversión ecológica
La inversión ecológica no se limita a actos de mecenazgo o caridad; también persigue objetivos de rentabilidad financiera. Contrariamente a la creencia popular, es perfectamente posible conciliar el rendimiento económico y el respeto por el medio ambiente .
Por ejemplo, reducir la cantidad de residuos dentro de una empresa puede suponer un importante ahorro de costes, aumentando así su rentabilidad. Asimismo, la producción de energía libre de carbono, aunque requiere una importante inversión inicial, genera ingresos regulares y predecibles gracias a la venta de energía renovable.
Limitar las emisiones de gases de efecto invernadero en un proceso industrial requiere muchas veces la optimización de diversos procesos, lo que permite reducir los consumos intermedios y mejorar la eficiencia operativa. Estas optimizaciones se traducen en una reducción de los costes de producción y una mejora del margen de beneficio .
En resumen, las inversiones ecológicas a veces ofrecen retornos más atractivos que las inversiones tradicionales. Al apoyar a empresas y proyectos comprometidos con la transición energética y la sostenibilidad, los inversores no sólo pueden contribuir a la protección del medio ambiente, sino también beneficiarse de unos resultados financieros atractivos.
¿Cómo saber si tu inversión es verdaderamente ecológica?
Si inviertes directamente en pequeños proyectos ecológicos a través, por ejemplo, de crowdfunding verde, no debería haber ningún problema en saber si tu inversión es verdaderamente ecológica. Esto se vuelve más complicado cuando se invierte a través de fondos verdes o ETF verdes , compuestos por multitud de acciones de empresas cotizadas. Asimismo, determinadas empresas pueden obtener capital a través de bonos verdes para financiar determinados proyectos ecológicos específicos, pero en ocasiones esto oculta la ausencia total de ecología para el resto de la actividad.
Las diferentes etiquetas relativas a las inversiones ecológicas
Para navegar por la jungla de las inversiones ecológicas, particularmente a través de fondos de inversión y ETF, puedes consultar las diferentes etiquetas como:
- El sello ISR (inversión social y responsable) creado por el Ministerio de Economía y Hacienda para etiquetar los fondos de inversión según el cumplimiento de criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) ;
- El sello Finansol para las finanzas solidarias;
- La etiqueta Greenfin creada por el Ministerio de Ecología se dirige específicamente a las inversiones ecológicas.
Para las inversiones ecológicas en sentido estricto, la etiqueta más fiable sigue siendo la etiqueta Greenfin o el visado “Artículo 9” del SFDR, que se centra exclusivamente en las finanzas verdes . Las otras etiquetas son más heterogéneas e incluyen tanto inversión ecológica como inversión social y solidaria. Este aspecto integral de la etiqueta ISR puede ser una oportunidad para que ciertos fondos creen confusión entre el público sobre la naturaleza ecológica de su inversión.
El límite de las etiquetas y los riesgos del greenwashing
De hecho, la etiqueta ISR se obtiene teniendo en cuenta los famosos criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza). Por tanto, los fondos de inversión pueden obtener una etiqueta ISR siempre que financien a una mayoría de empresas que respeten, por ejemplo, criterios de buena gobernanza, como la paridad de género en los consejos de administración.
En otras palabras, un producto de inversión con la marca ISR no es necesariamente una solución de inversión ecológica .